Partiendo del tema central de la película La Guardarraya (1964) este libro usa la metáfora de “guardarrayas imaginarias” para advertir a los lectores sobre los peligros de “su ignorancia, o su soberbia, o sus prejuicios fanáticos o sus complejos de inferioridad.” Especialmente se critica a los fanáticos religiosos y políticos, cuya intolerancia crea una barrera impenetrable entre ellos y los que piensan diferente. Una ilustración llamativa por Antonio Maldonado, muestra a un hombre aguantando una bandera soviética y levantando su puño hacia un documento que lee “Libertad de expresión.”
